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jueves, junio 12, 2014

La llave del Mundial

No soy nada futbolero, aunque lo fui y mucho en mi adolescencia. Culé lo he sido siempre (adjetivación extensible a mi afinidad por el resto de secciones deportivas del club, en especial la de baloncesto), pero incluso en aquella época veía partidos en los que no jugara el Barça. Eso sí, sólo con los del Barça podía llegar a terminar expulsado y sancionado en mi cuarto, tal era mi alteración ante los evidentes y constantes robos arbitrales. Y con Zubi (mi ídolo, como portero que fui), que no se metiera nadie que...

Hoy empieza el Mundial de fútbol de Brasil y, sinceramente, ni me va, ni me viene. No veré ningún partido. Tampoco vi ninguno hace cuatro años y hasta mucho tiempo después -meses, incluso- no llegué a ver el famoso gol que dio a la selección española el campeonato. No, no lo vi. ¿Cómo lo logré? Supongo que no encendiendo la tele ni dándole al 'play' a los videos de Youtube. Lo que sí recuerdo con enorme precisión, y difícilmente olvidaré, es el día de la final. Tenía un invitado en casa, al que cedí mi salón para que pudiera ver el partido. Yo me quedé en la cocina, leyendo el periódico y escuchando... Radio3. En eso que suena el teléfono y una amiga, desconsolada, me comunica que se ha dejado dentro las llaves de su piso. Las consultas con los servicios de cerrajería resultan disuasorias. Como es un piso compartido, lo mejor es buscar a uno de sus compañeros para que le deje una copia. Sólo hay un pequeño problema. Estamos en Pamplona y la llave más próxima está en...

Sí, a Zaragoza que nos fuimos a por la dichosa llave mientras la selección española jugaba su final. Si les soy sincero, reconozco que hubiera preferido que España no ganara por aquello de la brasa patriótica que iba a venir... y vino. Pero es que en este caso la razón era también práctica. Si España ganaba, a ver quién coño entraba con el coche en Zaragoza. Y España, ya lo saben, ganó. ¡Gol! Y de los pueblos que quedaban en los márgenes de la autopista nos llegó la noticia encarnada en fuegos artificiales. A ver quién entra ahora... Y, sobre todo, a ver quién sale de Zaragoza.

¡Oh, fortuna! El susodicho compañero de piso vivía en un barrio periférico así que, bueno, entramos y salimos con cierta facilidad. Eso sí, hube de sumarme al jolgorio con un pi pi pi pi piii pi pi pi piii pi piii de bocina del coche para que los fanáticos rojigualdos nos abrieran paso. Y conseguimos llegar a Pamplona donde, por otro lado, no esperaba y no encontré problemas de ese tipo. Llegamos pasadas las dos y media de la madrugada después de unas cuatro horas de coche entre ida y vuelta. Una hora razonable, de no ser porque el despertador iba a sonar tres horas después. ¡Campeones!

Por cierto, creo que el último Mundial de fútbol que recuerdo haber seguido fue del de Estados Unidos. Y yo, claro, iba con Bulgaria. Jugaba Stoichkov. Y al que no le guste, pisotón y cuenta nueva.

Carlos Pérez Cruz

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