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miércoles, marzo 10, 2010

Dan Berglund´s Tonbruket - "Tonbruket"


En octubre de 2008 tuve la oportunidad de conversar con el baterista del trío E.S.T. (Esbjörn Svensson Trio), Magnus Öström, con motivo del lanzamiento del que se había convertido en disco póstumo del trío, Leucocyte, tras la muerte apenas cuatro meses antes del pianista que daba nombre a la formación. Entonces, todavía bajo el impacto de una pérdida personal y profesional, Öström no sabía muy bien qué futuro le esperaba a él mismo y a Dan Berglund, el bajista del trío. En ese momento bastante tenían con encontrar una razón para volver a tocar. Un año y medio después de esa conversación no sé qué es de Öström pero sí sé que Berglund ha retomado una carrera que desde principios de los noventa había estado monopolizada (para mi regocijo) por E.S.T.

No he encontrado ninguna reseña de este disco que me ocupa que no cite al trío de Svensson. No hacerlo sería un meritorio ejercicio de malabarismo pero dejaría fuera de contexto un proyecto que nace como consecuencia de la pérdida prematura (44 años) del pianista en accidente de buceo. La permanencia en el tiempo de los grupos del ámbito del Jazz no es frecuente y en el caso de E.S.T. - que gustó, ¡y mucho! - es lógico que no dejara espacio a muchas más aventuras musicales. Y si surgen proyectos que incluyan a Dan o a Magnus, al menos de primeras, tendrán una atención que sin E.S.T. probablemente no hubieran tenido; además de que, de manera inconsciente (o no), busquemos con ellos cubrir el hueco que el trío nos dejó.

Sin olvidar a su compañero tantos años - se supone que para él va Song for E - Dan Berglund retoma la actividad discográfica con Tonbruket (palabra sueca que, por lo visto, hace referencia a los talleres de sonido) y lo hace con un cuarteto en el que se reencuentra con un guitarrista con el que ya tocaba en los años pre-E.S.T., Johan Lindström. Me llama poderosamente la atención el sonido de su pedal steel guitar; su toque hawaiano aporta un tono espectral al bloque sonoro de Tonbruket en el que la querencia es hacia los grandes espacios y hacia una embalaje final de tono rockero y progresivo. Música de carácter experimental pero no por ello vanguardista. Ya en las notas promocionales del disco nos hablan de influencias directas y concretas: Deep Purple, Emerson, Lake and Palmer, Radiohead o Royksopp son algunas de ellas. Y aunque uno tiende a no tomar demasiado en consideración los apuntes promocionales lo que nos indican en este caso es que el resultado final del grupo es una confluencia de estéticas diversas, cuya etiquetación quizá fuera en su momento precisa por separado, pero que hoy suman desde el bagaje - como oyentes y profesionales de quienes firman el proyecto - para crear un todo de difícil catalogación. Insisto en que ello no convierte en vanguardia todo lo que se hace pero sí que nos sitúa ante nuestras propias limitaciones analíticas y ante la dificultad para hacer entender al personal de qué estamos hablando (algo que se soluciona abandonando estas palabras y procediendo a la escucha). Así uno se encuentra (y acudo de nuevo al texto promocional) con etiquetas como “rock”, “ambient music”, “drum n´bass”, “prog-heavy”, “hard rock” o “pop” y con calificativos para la música de Tonbruket que van de un sonido “classic acoustic” a “electronically alienated” (¿?). Lo curioso es que en ningún momento se menciona el “Jazz” como forma estética cuando tengo para mí que es a partir del Jazz (como actitud) como muchos de los elementos se integran con naturalidad. Es más, la improvisación tiene una clara vocación jazzística (y conforme escribo esto me pregunto: ¿qué significa eso?).

No importa. Sea cual sea la palabra más precisa para definir a Tonbruket lo interesante es que es posiblemente la indefinición uno de sus atractivos (y seguramente uno de los quebraderos de cabeza para encontrarles colocación en escenarios y festivales dado el sistema de valores). Hay líneas melódicas realmente hermosas (me acongoja Sister sad), mezclas sonoras excitantes, fondos sonoros de ciencia ficción sobre los que se escuchan solos tan extravagantemente hermosos como el de Lindström con su guitarra pedal steel en Sailor Waltz (tema de Berglund que bien podría haber sido banda sonora para el viaje de Yuri Gagarin) e incluso un curioso tema circular como Gi Hop que a mí me recuerda a algunas de las formas musicales de uno de los grandes grupos Folk suecos: Hedningarna (aunque parece estar más extendida por la red la opinión – copy & paste – de que la referencia es la Penguin Cafe Orchestra). Se puede uno imaginar un western futurista escuchando Cool blooded music o directamente recorrer la USAmérica de Una historia verdadera (David Lynch) con el punto country de The wind and the leaves.

Uno de los méritos de E.S.T. es que, sin cambiar el rumbo de la música, supo componer y hacer madurar un estilo reconocible a partir de los diferentes gustos musicales y aportación de sus tres componentes. El punto de partida de Tonbruket parece semejante; el estilo diferente. Que el tiempo permita la maduración y definición de la personalidad de este cuarteto ya se verá.

© Carlos Pérez Cruz

Publicado originalmente aquí.

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