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martes, febrero 19, 2008

Centochiodi (Ermanno Olmi)


Siempre es más lo que no sabemos que lo que sabemos. Incluso para el sabio, el experto o el opinador profesional. Y yo no sabía de Ermanno Olmi y por fortuna ya tengo un nuevo "Punto de Vista" sobre la vida a través del cine. Olmi, a sus 76 años, anuncia su adiós al cine de ficción para concentrarse en el documental. Sin embargo su última ficción, Centochiodi (Cien Clavos), tiene la naturaleza documental de la denuncia y el retrato de la extinción, a marchas forzadas, de la sociedad de lo humilde y el tiempo natural.

En tiempos en que cualquier pancartero es considerado radical, en los que lo radical es gritar para acallar otras voces, Olmi plantea desde el silencio y la búsqueda de la persona la más radical de las protestas. Es cine de denuncia sin alaridos, es un mensaje rotundo y concreto que admite pocas interpretaciones. Es el cine de la derrota más honrosa (el profesor sabe que terminarán por echarles de allí) pero que mantiene la esperanza (algún día la naturaleza se revolverá por todo lo que nos hemos hecho).

La sinopsis puede aparentar simplismo. Un profesor de filosofía de una facultad universitaria decide romper con su pasado y su prometedor futuro para encontrarse consigo mismo (presente). Clava cien clavos a los cien libros que contienen "toda la sabiduría de la humanidad" y que el cura que los custodia considera sus más "íntimos amigos". Huye del mundo previsible de su carrera profesional, se deshace del coche, de sus tarjetas de identidad (precisamente al romperlas y buscarse está más cerca que nunca de tener una) y termina reconstruyendo una caseta casi derruida junto al río en una zona de asentamientos de gentes humildes que conforman una pequeña y unida comunidad. (Curiosamente un argumento que puede recordar a la actualmente en pantalla Into the wild (Hacia rutas salvajes) de Sean Penn pero tratado con enormes diferencias).

El protagonista tiene una evidente semejanza física con Jesucristo y como tal será conocido entre sus nuevos vecinos. Habrá quien vea en el mensaje del film un ataque radical contra cualquier tipo de religión: 'La verdad es que la religión no salva al mundo. No lo hace un mundo mejor' 'Dios no habla con los libros. Los libros sirven a cualquier poder o a cualquier Dios' ' Dios es el "massacratore" del mundo. No ha salvado ni a su hijo de la cruz' ' El día del juicio será Dios quien deberá rendir cuenta por todo el sufrimiento del mundo'. La religión como máxima expresión de la manipulación de las vidas humanas, como argumento para la confrontación y la guerra, como opio para el olvido de lo verdaderamente importante: estamos vivos. La gran revolución de este Jesucristo es íntima, es la búsqueda de lo que nos hace seres humanos desde la humildad y la sencillez. No es una revolución de masas (derrota) pero sí de la persona (esperanza).

La crítica religiosa es crítica al pensamiento condensado en un libro que da lugar a un movimiento, a una teoría, a una conspiración doctrinal y manipuladora, que impide la propia naturaleza del ser humano, la del individuo que convive y colabora desde el propio ser. 'Todos los libros del mundo no valen lo que un café con un amigo' ni lo que 'el calor de una caricia'. Es la denuncia de la corrupción, de la discusión vana, de la imposición del envoltorio sobre el contenido (el propio profesor hace arder las hojas de su esperado tratado filosófico).

Hermoso cine de nuestra derrota para alimentar la esperanza.

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